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jueves, 6 de enero de 2011

Confesiones de una kamikaze.

Y ahora que estoy al borde del abismo puedo decidir si saltar o no, si desafiar las leyes de la gravedad aún a sabiendas de que lo haré. Porque, una vez más, la decisión de seguir adelante con algo que ni siquiera puedo describir con claridad está en mis manos.
Mas espero que esta vez sea esa  excepción, la misma excepción que me permita felicitarme por haber sido la kamikaze de siempre. Porque sí, lo reconozco, soy un ser propenso al riesgo que siempre piensa que lo puede conseguir y, en muchas ocasiones, se queda en el mero intento.

Por eso, mi mejor y más doloroso método de aprendizaje consiste en estrellarse contra la pared, en comprobar la resistencia de mis huesos al impactarse contra aquéllo que espero superar.

Y francamente, no sé que es lo que piensas ni que es lo que se te puede estar pasando por la cabeza en estos mismos instantes, sólo sé que ya no sirven de nada los consejos racionales que me pueda dar a mí misma pues, simplemente, no puedo luchar contra mi forma de ser, contra esa kamikaze que llevo dentro.

Porque prefiero intentarlo y arrepentirme a arrepentirme por no haberlo intentado.

 

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